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La presencia latina en Estados Unidos es notable y creciente. Hace una década los inmigrantes latinos solamente eran visibles en las grandes ciudades como Nueva York, pero ahora es posible encontrarlos en casi todo el país trabajando por salarios bajos, especialmente en el sector servicios y la agricultura al igual que como obreros y peones en las partes menos cualificadas del mercado laboral. Pese a los intentos de control de la inmigración, las demandas del mercado funcionan como un motor de absorción que continuamente les llama hacia esa otra América . A la vez, las redes sociales existentes facilitan la llegada y búsqueda de trabajo. Debido a esta relación entre oferta y demanda, la distinción entre inmigrantes legales e ilegales es, en muchos casos, ficticia. Muchos inmigrantes latinos viven en condición de semi- legalidad: sin la tarjeta verde de residencia, pero con un permiso de conducir legal y con sus familias correctamente anotadas para recibir los beneficios mínimos de la seguridad social. (Ver recuadro). En Estados Unidos el mundo de los latinos es extenso e indiferenciado. Así se les denomina a los inmigrantes o a sus hijos, que ya han nacido en ese país pero son de origen latinoamericano, especialmente mexicanos, pero también salvadoreños, guatemaltecos y hondureños, entre otros. La comunidad cubana es un caso aparte debido a las implicaciones políticas del exilio que se generó a partir de la revolución de 1959. Igualmente, la comunidad puertorriqueña y dominicana tiene antecedentes que se remontan a varias décadas. También se les llama hispanos , sin que este concepto tenga una clara relación con España, excepto en la lengua. En realidad, no hay una comunidad latina unificada, sino diversos grupos migratorios unidos por cinco factores: la lengua española; la religión católica (aunque cada vez más latinos se afilian a las iglesias evangélicas y tienen sus propios pastores); la identidad que les otorga el Estado; el periodismo y el mundo académico al clasificarlos como una minoría unificada; los políticos latinos y no latinos que les unifican para contar con el eventual apoyo de esa minoría; y los empresarios que producen para un mercado específico en ascenso (1). Estos factores marcan la percepción que los hispanos, especialmente la generación que nace en Estados Unidos, tiene de sí mismos. Algunos estudios muestran que, mientras que una gran parte de los padres se consideran “multirraciales”, sus hijos creen pertenecer a una raza “mexicana” o “hispana” (2). La comunidad hispana tiene, por lo tanto, un peso demográfico creciente y un complejo proceso de construcción de su identidad. Entre tanto, su influencia política es también creciente pero todavía incierta.
El ataque culturalista El debate cultural sobre la presencia latina en Estados Unidos comenzó en la década de los noventa cuando se planteó que las políticas multiculturalistas, bilinguistas, de acción afirmativa (para dar más oportunidades a sectores desfavorecidos) y pluralistas fortalecían las identidades particulares y debilitaban la universal. Pero el ataque con más repercusión lo lanzó el politólogo Samuel Huntington en 2004. Luego de haber planteado en 1996 que después del final de la guerra fría el sistema internacional se vería azotado por el choque entre civilizaciones con culturas diferentes, este profesor de Harvard dictaminó que la cultura anglo-protestante, originaria y fundacional de Estados Unidos, está amenazada por los nuevos inmigrantes que no se integran sino que construyen sus nichos culturales privados, por los políticos e intelectuales liberales y cosmopolitas que promueven el multiculturalismo, y por los directivos de las empresas multinacionales que buscan sus beneficios en el mercado global y no vinculan sus negocios al futuro de Estados Unidos. Los pilares de esa cultura americana serían el idioma inglés, el cristianismo, los valores protestantes y el moralismo, la ética del trabajo, la música y también la libertad, la igualdad, el individualismo, el gobierno representantivo y la propiedad privada (3). Los nuevos inmigrantes, según Huntington, mantienen sus culturas y valores, ganan dinero y no lo reinvierten en Estados Unidos sino que lo mandan a sus sitios de origen. Gracias al transporte barato y la cercanía, por ejemplo, a México, República Dominicana y América Central, viajan con frecuencia a sus lugares de origen y a través de Internet, y no terminan de comprometerse con Estados Unidos. Estos nuevos inmigrantes latinos son, según este autor, diferentes de los inmigrantes que llegaron entre el siglo XVII y el XX, y que hicieron un esfuerzo de asimilación a los valores americanos. Pero, además, debido al bilingüismo, los nuevos inmigrantes, en particular los mexicanos, van ocupando puestos públicos en gobiernos locales sin saber inglés. En sus argumentos más extremos, el Huntington indica que los cuatro componentes que han formado la identidad americana – raza, etnicidad, cultura (religión más lengua) e ideología — se encuentran muy alteradas y la vida misma del país podría verse abocada a la muerte. Como ejemplo, indica que si la inmigración ilegal mexicana continúa “habrá dos lenguas, dos culturas y dos pueblos”, y que parte del Suroeste de Estados Unidos podría estar en el futuro bajo control de México. De esta forma, hablar dos o más idiomas está bien visto en las clases medias y altas, pero mantener el español paralelamente a que se incorpora el inglés, es una resistencia a la integración. Desigualdad de oportunidades La tesis de Huntington ha sido desmentida por numerosos críticos y especialmente por los datos (4). Numerosos estudios y encuestas indican que los inmigrantes mexicanos de primera y segunda generación mantienen vínculos culturales con su país de origen, regresan de vacaciones y mandan dinero a casa, pero saben inglés mayoritariamente, compran casas, ahorran y desean vivir en Estados Unidos, se enrolan en las fuerzas armadas de este país y quieren que sus hijos crezcan y vivan ahí. De hecho, el grupo étnico que tiene el mayor número de bajas en la guerra de Irak (11%) es el de los hispanos (5), quienes, además, ocupan el 17,5% de las posiciones de combate más arriesgadas. Huntington también ataca a los hispanos por sus supuestas costumbres anti-anglosajonas y su pereza que les lleva a la deserción escolar y a una baja integración en la educación superior: “no ponen mucho énfasis en la enseñanza, y las cifras son aún peores si aislamos a los mexicanos-americanos” (6). El problema, sin embargo, no es la incapacidad genética o cultural de ellos, sino el bajo lugar que ocupan en la cadena laboral y la falta de oportunidades que le ofrece un sistema en el que la enseñanza pública es cada vez más deficitaria. La cuestión latina en Estados Unidos debe situarse en el contexto de la pobreza y la desigualdad. El número de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza en ese país era de 36 millones en el 2006. El 20,6% de ellos eran latinos (y el 8,2% blancos no latinos, el 24,3% asiáticos). Los latinos compiten con la población negra y parte de la blanca por la franja inferior de trabajos (7). En el reciente e importante informe sobre los niveles de desarrollo humano en Estados Unidos (que toman en consideración la situación de la educación, la salud y los parámetros de una vida decente), se indica que, en efecto, los latinos tienen el nivel educativo y de ingresos más bajo. Pero esto va unido a que “las familias con bajos ingresos, en promedio, tienen menos recursos de todo tipo: menos educación, peor salud, menos ingresos, pocos medios, viven en barrios más inseguros, sufren más tensión, y sus estructuras familiares y comunitarias son más frágiles” (8). El informe muestra que hay una gran desigualdad y desatención por parte del Estado central y los estados federales hacia esta minoría. Y sobre el ejemplo de Huntington señala que “las condiciones en las escuelas que tienen más alumnos con bajos ingresos y de minorías son generalmente peores que las de alumnos ricos y blancos” (9). Los obstáculos para la integración, por lo tanto, no son culturales sino estructurales. Pese a ello, el grado de integración es muy alto.
Respuestas excluyentes La cuestión hispana es más compleja de lo que el ataque culturalista plantea. Al igual que otras comunidades migratorias en el curso de los últimos dos siglos, conservan sus identidades de origen pero hacen esfuerzos de integración. Algunos no quieren volver nunca, otros van un par de veces al año a su país, otros sueñan con volver y nunca lo harán. A muchos de ellos no les gusta vivir en Estados Unidos pero lo toman como una suerte, un destino o un instrumento y quieren pasar a ser ciudadanos de un país construido sobe una diversidad que “le hace fuerte”, como dice el editor de la Encyclopaedia Latina (10). Huntington, en cambio, afirma que la única forma en que los mexicanos formen parte del “sueño americano” será si “empiezan a soñar en inglés”. La otra cara de la cuestión latina es, por lo tanto, la reacción de los anglosajones y miembros de otras comunidades. El libro de Huntington es una expresión del miedo a cambiar. Este autor es un monoculturalista con toques racista que teme que la sociedad cambie y se transforme en algo diferente. Pero como dice Menand, “una de las virtudes de la democracia liberal es que está diseñada para acomodar los cambios sociales y culturales. La democracia no es un dogma sino un experimento” (11). A partir del 11 de septiembre de 2001 el gobierno de Estados Unidos y parte de la sociedad blanca no latina cerró filas contra los otros , declarando una guerra cultural en nombre de la política antiterrorista mirando con desconfianza a los árabes, al mismo tiempo que el Congreso legislaba en contra de los inmigrantes. La discriminación cultural está adquiriendo en algunos estados manifestaciones racistas, con agresiones físicas, retórica contra la inmigración y abusos laborales (12). En la misma dirección, la crisis financiera de 2008 podría agudizar la tendencia a la exclusión de los latinos, una parte sustancial de la sociedad de Estados Unidos.Informação Complementar Dobles vidas de losconductores de Brooklyn Conduce un coche para una compañía de taxis en Brooklyn. Trabaja 14 horas diarias. Al igual que los otros 30 conductores de esa compañía, es latino. Casi todos son ecuatorianos, pero él es mexicano. Se llama Alejandro (nombre figurado) y lleva diez años en Estados Unidos. No tiene la Tarjeta Verde ( Green Card ) que le permitiría residir y trabajar, pero en cambio, tiene permiso de conducir con el que ha podido asegurar el coche. Él es ilegal, pero el coche y sus permisos son legales. Alejandro vive con su esposa y dos niñas en un apartamento por el que paga 1000 dólares al mes. Ellas están registradas en la seguridad social porque su esposa logró hace años la legalización. Alejandro sufre de cálculos de riñón, una enfermedad mala si se es conductor. Cuando tiene un ataque de dolor va al hospital público, espera durante horas hasta que le atienden en urgencias, le dan un calmante, le ingresan por un día y le mandan a casa con una factura de 2.000 ó 3.000 dólares que aumenta la deuda que viene acumulando desde hace años con la sanidad pública. De su sueldo de 1.500 dólares al mes Alejandro paga 200 para un seguro médico que cubre a su familia pero no a él. Alejandro no tiene nada a su nombre ni cuenta de banco, para que no le puedan embargar por la deuda por su salud. Pedro es hondureño y lleva en Nueva York 18 años. Vive en una pequeña habitación con sus dos hijos adolescentes. Su esposa habita en Honduras con la hija pequeña. Prefiere que sus hijos estén con él y estudien a que pasen a formar parte de una Mara (pandilla juvenil violenta) en su país. Admite, sin embargo, que también le dan miedo las pandillas de Nueva Jersey y la droga que acecha a sus hijos. “Por la noche dormimos los tres en la misma cama, y los abrazo con fuerza esperando que pronto sean adultos, hablen inglés, vayan a la universidad, no tengan la vida que tengo yo”. Pedro también conduce un taxi 14 horas diarias seis días a la semana. No tiene amigos de Estados Unidos y sólo se relaciona con latinos. “Aquí está mi trabajo, en Honduras está mi vida”, dice. Sin embargo, allá no tenía oportunidades y aquí ha podido pagar la educación de sus hijos, mantener a su esposa y su niña, aunque lejos de él, y mandar dinero al resto de su familia. Pedro es legal, paga impuestos, descansa los domingos, va a misa, y votaría por los republicanos. A dudado pero, al final, se naturalizará estadounidense, para beneficio de todos. “No me gusta este país”, dice, “pero creo que ya nunca me iré”.1 - Portes, Alejandro – “La nueva nación latina: inmigración y población”, La Vanguardia Dossier , número 13, Barcelona, octubre-diciembre 2004, p. 12 dedicado a “Los hispanos en Estados Unidos”. 2 - Ibidem., p. 13. 3 - Huntington , Samuel P. – Who are we? The Challenges to America´s National Identity , Simon & Schuster, 428 páginas, New York, 2004. Anteriormente, el politico derechista Pat Buchanan agitó la cuestión anti mexicana en The Death of the West , Thomas Dunne Books, New York, 2002. 4 - Entre las más relevantes: Hacker , Andrew – “Patriot games”, The New York Review of Books, 24 de junio, 2004, Kakutani , Michiko – “An identity crisis for Norman Rockwell America”, The New York Times , 28 de mayo, 2004, [http://query.nytimes.com/gst/fullpage.html?res=9F03E6D6133EF93BA15756C0A9629C8B63] y Menand , Louis – “Patriot games”, The New Yorker , 17 de mayo, 2004. [http://www.newyorker.com/archive/2004/05/17/040517crbo_books] 5 - Preston, Samuel e buzzell , Emily – “Mortality of armed troops in Iraq”, Population Studies Center, University of Pennsylvania, 2006. 6 - Entrevista con Samuel Huntington, “Los hispanos asimilan el credo americano lenta y difícilmente”, El Pais , 20 de junio, 2004. 7 - Ewen MacAskill, “Poverty and despair are the forgotten issues in America´s presidential race”, The guardian weekly , 25 de Julio, 2007. 8 - Burd-Sharps , Sarah, LEWIS, Kristen e Martins, Eduardo Borges (Eds.) – The measure of America. American Human Development Report 2008-2009 , Social Science Research Council and Columbia University Press, 2008, p. 93. 9 - Ibidem., p. 103. 10 - Stavans , Ilan – “Decrying divided loyalties and a lack of patriotism”, The Boston Globe, 20 de junio, 2004. 11 - Menand, The New Yorker, op.cit. 12 - Glaister , Dan – “Latinos face threats, abuse, and even death, in en ever more hostile America”, The Guardian Weekly , 8 de agosto, 2008. * Mariano Aguirre Director do NOREF (Norwegian Peacebuilding Centre), Oslo. Até 2008, foi Director de Paz, Segurança e Direitos Humanos da FRIDE (Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior), Madrid. Licenciado em Estudos da Paz e Conflitos no Trinity College, Dublin. Ex-coordenador do Programa para a Paz na Fundação Ford (Nova York). É autor de diversos livros e comentador em periódicos internacionais. Poblaciones hispánicas y latinas
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