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- JANUS 2009 -



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La Religión, el factor más profundo de las civilizaciones

Santiago Petschen *

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Las civilizaciones se han formado en el mundo sobre la base de las religiones. Ello ha pasado con las veintidós civilizaciones que, según Toynbee, han existido en la Historia de la Humanidad. Ocurre, en consecuencia, con las seis civilizaciones que persisten en el mundo en nuestros días. La civilización occidental y la civilización eslavo-ortodoxa son de base cristiana. La civilización islámica se origina en el Islam. Y así sucede también con las civilizaciones hindú, sintoísta y confuciana. Tal vez de todas ellas la que menos rasgos religiosos tiene es la confuciana. La manida y archirrepetida afirmación de Proudhon de que debajo de toda idea política hay una idea religiosa, adquiere una dimensión grandiosa cuando aparece en las civilizaciones formadas, más por creencias y por actitudes, que por ideas concretas. Max Weber lo refirió a las dimensiones éticas que “reciben el primer sello de fuentes religiosas por importantes que hayan sido las influencias sociales, políticas y económicas” (1). Y en lo que se refiere a la economía, es Max Weber quien atribuye el distinto proceder que se da entre Europa y China en el siglo XVII al trasfondo que fundamentó la diferencia de civilización. El de la ética protestante impulsora compulsiva del capitalismo en una Europa que progresó a pesar de estar machacada por las guerras y el de una China confuciana, bastante paralizada, a pesar de haber vivido una larga etapa de paz. Pero, qué sucede en una sociedad en la que la secularización ha alcanzado un nivel preeminente? Por mucho tiempo que haya pasado en la Historia de una civilización, el espíritu primigenio no se pierde. Braudel, cuando habla de Europa, afirma que no ha sido abandonada por el espíritu cristiano. Que, incluso en nuestros días, “un europeo ateo continúa siendo prisionero de una ética, de un comportamiento psíquico, poderosamente arraigados en la tradición cristiana” (2).

 

Las grandes diferencias entre las civilizaciones

Las civilizaciones tienen entre sí marcadas diferencias pues las religiones que las originaron se caracterizan por tener entre sí aspectos muy diversos. Dichas diferencias se fueron formando a través de los instrumentos que las religiones utilizan para construirse institucionalmente: el subjetivismo; la profundidad; el dogmatismo y la identidad.

Subjetivismo : En la vivencia subjetiva del ser humano se dan diversas concepciones de la divinidad, del espíritu, de la vida futura, de los ritos, de las diferentes formas de relacionarse con los fenómenos de la naturaleza, el cuerpo humano, la política, la economía, la educación, etc. Esa enorme diversidad es posible a partir de la extrema capacidad que tiene el ser humano de ser, no sólo creyente sino también crédulo, y de adaptar su conducta a las exigencias marcadas por dicha creencia y credulidad. El ser humano es capaz de dar su asentimiento a las cuestiones más diversas que uno pueda imaginarse, desde las más sublimes a las más pintorescas. No hay más que ver las variadas concepciones de dioses que se dan en las religiones. Semejante variedad de posiciones las encontramos en las diversas formas de fijar normas sobre los alimentos, la sexualidad o el uso del dinero, de encarar el problema de la guerra, de la enfermedad o de la muerte.

Profundidad : La creencia religiosa penetra con frecuencia hasta las capas más profundas de la persona. El convencimiento religioso alcanza estratos muy íntimos. Su valor se sitúa por encima de otros valores como la salud, la libertad, la propiedad o la vida. Los ejemplos de dedicación a los demás, de la aceptación del exilio, del encarcelamiento e incluso del martirio por no haber querido renunciar a la convicción religiosa o a alguna de sus consecuencias, son innumerables. Las creencias originan unas convicciones de tan gran hondura que marcan la moralidad de la conducta humana con la aceptación de unas consecuencias que transcienden a la muerte.

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Dogmatismo : A pesar de que las religiones se caracterizan por albergar conocimientos y sentimientos subjetivos, van acompañadas de un notable dogmatismo para exigir total aceptación de la doctrina y completa fidelidad a las directrices oficiales. Por ello anatematizan las opciones no coincidentes con las establecidas. Para el creyente de una religión, lo subjetivo está en las otras religiones. En la propia, lo que las otras consideran, desde diferente punto de vista, subjetivo, se eleva a la condición de absoluto. En situaciones de inseguridad, la defensa del dogma se hace con rasgos fundamentalistas.

Identidad : La religión es, evidentemente, fuente de identidad. Pero no sólo religiosa. La identidad originada por la religión trasciende a lo religioso y abarca todo el ámbito de lo cultural cuando las creencias informan las tradiciones, las costumbres y demás productos espontáneos de la sociedad humana. Las religiones han sido las bases creadoras de las civilizaciones, algo que otras manifestaciones identitarias de la vida humana, como por ejemplo las lenguas, no han tenido ni tienen capacidad de hacer.

 

Las relaciones entre los contenidos y las estructuras

Las religiones constan de dos grandes facetas: contenido y estructura. Los contenidos tienen muchos aspectos que llevan al acercamiento. Son las estructuras las que originan las distancias.

Friedrich Heiler descubre, al comparar las altas religiones de la tierra, siete áreas de identidad : trascendencia; inmanencia de dicha trascendencia en los corazones humanos; predominio del bien, la verdad y la justicia; amor último para los hombres; camino del hombre hacia Dios por el sacrificio; camino del hombre hacia el prójimo; alto camino hacia Dios por medio del amor (3). En toda esta enumeración fijémonos en el que puede resultar más práctico : el que todas las religiones superiores no sólo enseñan el camino que lleva a Dios sino también el que conduce al prójimo. “El confucionismo, el taoísmo, el brahamanismo, el budismo, el hinduismo, el mazdeismo, el islam y el cristianismo predican todos el amor fraternal” (4).

A la misma conclusión que Heiler llega Toynbee cuando afirma : “A primera vista, el budismo, el cristianismo, el mahometanismo y el judaísmo pueden parecer muy diferentes unos de otros. Pero cuando se les mira profundamente, se encuentra con que todos están dirigidos principalmente hacia el alma humana o la psique individual; tratan de convencerle para superar su egocentrismo y le ofrecen los medios para lograrlo. Todos estos sistemas encuentran el mismo remedio. Todos enseñan que el egocentrismo puede conquistarse por amor” (5).

Pero junto a los contenidos que tienen elementos esenciales no sólo cercanos sino también comunes, están las estructuras. Los rasgos antes descritos –subjetivismo, profundidad, dogmantismo e identidad-, forman un conjunto tan lógica y férreamente trabado que se hace muy sólido, tan sólido como que, integrando tradiciones culturales, y la comunidad o comunidades formadas por la cultura, ha sido capaz de crear las grandes civilizaciones de la Humanidad. Debido a esa solidez y trabazón, con frecuencia, las virtudes esenciales de una religión, como ocurre con el amor, pasan a segundo plano en la estructura de tan inmenso poderío. Ello explica que unos principios doctrinales que llevan a la paz y a la armonía sean superados por las actitudes que desembocan en grandes conflictos. Es la terrible realidad de la institucionalización. Georges Corm lo ha expresado muy bien: “El cristianismo institucionalizado pudo contribuir a legitimar la violencia más brutal, olvidando la principal enseñanza de Cristo, símbolo máximo de la no violencia y del rechazo de las discriminaciones entre los hombres”...”...tan pronto como se institucionaliza, se organiza y se gestiona, la religión entra paradójicamente en el mundo del desgaste histórico y pierde su carácter primordial de trascendencia. Es inevitablemente absorbida por “lo político”, esto es, por los sistemas de poder y por las instituciones de gestión de la sociedad” (6). Es este elemento el que, en su dimensión más amplia, constituye la civilización. Por ello las civilizaciones, en principio, se oponen entre sí. La civilización occidental manifestó su oposición a otras civilizaciones en la época de los grandes descubrimientos, conquistándolas y engulléndolas hasta su destrucción.

 

Los intentos de ordenación de las religiones como experiencia y paso previo para ordenar las civilizaciones

En los tiempos que corremos queremos ordenar las cvilizaciones en el mundo y superar la oposición que entre ellas, por naturaleza existe. Los elementos de lucha generalizados por Huntington tienen que convertirse en elementos de alianza en lo que trabajan ahora con empeño las Naciones Unidas. Para facilitar datos para el acercamiento entre las civilizaciones puede ser útil examinar los instrumentos con que las religiones se procuran relaciones pacíficas potenciando su dimensión de contenido y pretendiendo superar sus diferencias estructurales. No digo que estos diversos métodos tengan que aplicarse a la letra trasvasandolos del ámbito de la religión al de la civilización. Pero sí, por lo menos, ser tenidos en cuenta para que resulten operativos, al menos, como inspiración.

Desde el interior de las religiones se ha propuesto conseguir la formulación de una ética mundial común a todas las religiones. El ecumenismo católico ha dado un paso importante al acercamiento a los judíos reconociendo que la Alianza que con ellos hizo Dios sigue ahora vigente. También se aproximó a los musulmanes, como mostró, a título meramente de ejemplo, la solicitud de Juan Pablo II a los católicos de que se unieran a ellos en su ayuno del último día de Ramadán el 14 de diciembre de 2001. Desde entonces, la Santa Sede publica todos los años un documento con motivo del Ramadán.

Desde el exterior de las religiones se han producido tres tipos de intentos. Primero: el del respeto a los derechos humanos y de las libertades fundamentales. No es, con todo, suficiente. Segundo: el del establecimiento de la laicidad. Requiere, a escala internacional, mucho tiempo y muchos esfuerzos. Tercero: un intento que puede resultar modélico: la novedosa aportación realizada por el artículo I, 52 de la no nacida Constitución europea que luego pasó al Tratado de Lisboa (art. 17 del Tratado de Funcionamiento –antes Tratado Constitutivo- de la Unión Europea). Se reconocen la identidad y las aportaciones de las religiones. Se sitúa en pie de igualdad, junto a ellas, a las asociaciones filosóficas de convicción. Se abre, desde el poder europeo, un diálogo genuino con ellas. Esta forma de actuar, examinada con detalle, puede ser muy adecuada para aplicarla desde la ONU en la construcción de la Alianza de las Civilizaciones. No son las religiones las que se unen por sí mismas sino que son convocadas desde fuera –la Unión Europea- para dar su opinión acerca de unas cuestiones concretas sobre las que necesitan prestar su oportación. De la misma forma, las civilizaciones deben ser convocadas por las Naciones Unidas para que dialoguen en favor de algo superior que se les plantea desde fuera. Quiénes deben ser los representantes de las civilizaciones? Cómo hacer que la ONU actúe como una autoridad superior? Cómo hacer que dichos representantes organicen sus grupos para presionar a las Naciones Unidas? Las fórmulas, por muy complicadas que sean, deben buscarse.

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Informação Complementar

Diálogo de la Unión Europea con los grupos religiosos y de convición no confesional

Es una práctica de diálogo que puede resultar modélica para la relación de las Naciones Unidas con las civilizaciones. Los representantes de los grupos religiosos y de los grupos no religiosos están constituidos en oficinas. Las oficinas más importantes son las siguientes:

Oficinas católicas: Comisión de los Episcopados de la Unión Europea (COMECE). Oficina Católica de Información e Iniciativa (OCIPE). Oficina de la Asociación de Espacios-Espiritualidades, culturas y sociedad en Europa”.

Oficinas protestantes: Oficina de la Comisión Iglesia y Sociedad de la Conferencia de las Iglesias Europeas. Oficina del Consejo Cuáquero para los Asuntos Europeos.

Oficinas ortodoxas: Oficina de la Iglesia Ortodoxa Griega.

Oficina de la Iglesia Ortodoxa ante la Unión Europea.

Oficinas judías: Oficina del Comité Permanente de los Grandes Rabinos Europeos. Oficina de la Conferencia Europea de Rabinos.

Oficinas islámicas: Oficina del Consejo Musulmán de cooperación en Europa.

Oficinas budistas: Oficina de la Unión Budista Europea.

Oficinas filosóficas de convicción: Federación Humanista Europea.

Participa en el diálogo por parte de la Unión Europea el Presidente de la Comisión dado que no existe ninguna Dirección General adecuada para ello. Los presidentes de la Comisión, Delors, Santer, Prodi y Barroso se valen de una Célula de Prospectiva ( Forward Studies Unit ) que desde el año 2001 se llama Grupo de Consejeros Políticos del Presidente (GOPA). El instrumento interlocutor de la Unión con el GOPA es una asociación que tiene el nombre de “Un alma para Europa”.

Los fines perseguidos a obtener en el diálogo, desde el GOPA son: la profundización transnacional ética, espiritual y cultural y el desarrollo del pluralismo, la tolerancia y la solidaridad. Las Iglesias, las comunidades religiosas y las organizaciones no confesionales operan como grupos de presión.

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1 - WEBER, Max – Ensayos sobre sociología de la religión . I. Madrid: Taurus, 1998, p. 236.

2 - BRAUDEL Fernand – Las Civilizaciones actuales .Madrid: Tecnos, 1968, p. 49.

3 - HEILER, Friedrich – “La Historia de las Religiones como preparación para la cooperación entre las religiones”. ELIADE, Mircea y KITAGAWA, Joseph M. – Metodología de la Historia de las Religiones . Barcelona: Piados, 1986, pp. 178–199.

4 - HEILER, Friedrich. o. c: 182.

5 - TOYNBEE, Arnold – El Desafío del Futuro . Madrid: Guadiana, 1973.

6 - CORM, Georges – La Cuestión religiosa en el siglo XXI . Madrid: Tecnos, 2007, p. 107; 110.

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* Santiago Petschen

Catedrático de Relaciones Internacionais na Facultad de Ciencias Políticas y Sociología da Universidad Complutense de Madrid. É responsável pela revista “Fuerzas religiosas y sociedad internacional”.

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Dados adicionais
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